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galego 2024-11-21 Estás en: Inicio a Federación Servizos DIGICLUB La muerte del radiopaquete

La muerte del radiopaquete


DIGICLUB Autor: EA3CIW.
Publicado en: DIGICLUB.

Podríamos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que el radiopaquete fue el motor de la radioafición española en la década 1986-1996. El descubrimiento de esa nueva modalidad, que mezclaba comunicación e informática, era un reto que encajaba perfectamente con el perfil y las ansias de conocimiento que caracterizan al radioaficionado, dando pie a que su acogida no tuviera límite de edad.

Sin embargo, la fascinación técnica vino empañada por la falta de coordinación entre asociaciones y operadores de a pie, rivalidades personales e intereses políticos.

Y por si fuera poco, la facilidad y economía de acceso a Internet, sobretodo a partir de la aparición de Infovia, desviaron a un montón de adeptos, más deseosos de comunicación (transmitir un contenido), que de sufrir la aventura del funcionamiento amateur de la red de radiopaquete (desarrollar el medio).

Pero el puntillazo, sin lugar a dudas, lo dió la Administración con el tristemente famoso "reglamento específico de estaciones repetidoras de radiopaquetes", alias REGLAMENTAZO. Gracias por la ayuda y descanse en paz el radiopaquete.


Lo mejor de esa década

Los inicios del radiopaquete en España no fueron fáciles. Y sino que se lo pregunten a Luís del Molino, EA3OG, el primer 'paquetero' de nuestro país, que en 1984 compraba su primera TNC: una PK1 de GLB, y en 1985 montaba la recién aparecida TNC-1 de la Tucson Amateur Packet Radio Group, tras varios meses en lista de espera.

Los primeros enlaces fueron entre su QTH portable de Vilassar y el fijo de Barcelona, con la añadidura de que entonces no había PC compatibles, ni toda la cantidad de software que tenemos hoy en día. Luís tuvo que diseñar el programa que controlase la TNC desde su veterano Apple.

Pero no sería hasta principios de 1986 que EA3OG establecería el primer contacto con otro operador: EA1AEB. La proeza se realizó nada menos que en la banda de 40 metros y a 1200 baudios.

Luego vino el fascinante programa DIGICOM, cuyos autores alemanes consiguieron que, mediante un Commodore 64 y un simple módem (sin TNC), pudiéramos tener varias conexiones simultáneas y una buena pantalla de monitorización.

En esa época, el Commodore 64 era muy asequible y la afición empezó a prodigarse vertiginosamente. En 1987 teníamos censados en España 193 usuarios, 13 BBS y 12 nodos. Fue ese año cuando se empezaron a crear asociaciones especializadas en comunicaciones digitales, siendo la primera el DIGIGRUP de Palma de Mallorca.

En 1988 salía a la luz DIGICLUB, una sencilla revista de comunicaciones digitales que cubría los ávidos deseos de información de un colectivo emergente y entusiasmado.

Pero no es hasta Septiembre de 1989 que se produce la primera reunión de 'paqueteros' de ámbito estatal. El lugar: las magníficas instalaciones del Radio Club Aragón en Zaragoza. El objetivo: coordinar la incipiente red de packet radio. Así pues, nacía SYSEA: la organización de los Sysops de España. El punto de partida de la conciencia colectiva sobre el concepto de red nacional, que culminaría con su presentación internacional en la feria HAM RADIO'93 de Friederichshafen.

En la vertiente más técnica, cabe recordar varios programas para buzones: WA7MBL, W0RLI y, el más famoso de todos ellos, el de F6FBB; para nodos: NET/ROM, TheNet, BPQ, ROSE, Flexnet; toda la serie de xNOS para TCP/IP; desde los gateways de HF, siguiendo con los de satélite, para llegar hasta los de Internet.

Diez años de recuerdos entrañables y anécdotas irrepetibles. Descanse en paz el radiopaquete.


Y lo peor, ¿porqué ocultarlo?

Recuerdo con nostalgia la felicidad y euforia de los primeros tiempos, cuando cada pequeño hallazgo era un logro fundamental. Inmersos en descubrir un mundo lleno de novedades tecnológicas, un terremoto nos despertó de aquel sueño placentero: en Mayo de 1989 la revista de la asociación mayoritaria nos trataba, en su editorial, de "cursis pseudooperadores de vanguardia", amén de otras atrocidades, con la excusa de defender el idioma de Cervantes.

El revuelo fue de órdago y las reacciones de todo tipo. Había empezado la "guerra del packet". Esta guerra, aún vigente hoy en día, tiene multitud de frentes, pero un único objetivo: controlar el medio, demasiado rápido y abierto para algunos.

Los primeros síntomas de la enfermedad fueron las restricciones de acceso a los sistemas por parte de los "controladores", la creación de distintas redes, el síndrome del ya-que-no-puedo-te-fastidio (conocido en el argot como "digipollo"), denuncias a telecos, etc.

Total, que la "autoregulación" que practicábamos, para unos era insuficiente y para otros excesiva.

Y mientras tanto (1996), se produce el big bang de Internet de la mano de Infovia. Descubrimos que la libertad de expresión es negocio y la velocidad de transferencia una realidad. Lo que estabamos anhelando había llegado.

El packet entraba en la recta final: "entre todos la mataron y ella sola se murió". Descanse en paz el radiopaquete.


Las asociaciones, mientras, ...

La otrora prestigiosa asociación DIGIGRUP-EA3 caía, sin apenas darse cuenta, en la telaraña que la URE le tejió en sus propias narices, bastando, solamente, echar mano del tan sobado proverbio chino: "si no puedes con tu enemigo, únete a él".

Efectivamente, algunas promesas, un protagonismo efímero, quizás algún cargo en vistas, todo ello aderezado con abundante publicidad mediática y disfrazado de "Acuerdo de Colaboración", donde aparentemente, y sólo aparentemente, el pez chico se comía al grande.

Pero la naturaleza tiene sus propias e inexorables leyes, la sartén un solo mango, y en él una sola mano cabe.

Ya lo dice el refrán: "más vale ser cabeza de ratón, que cola de león". Descanse en paz el radiopaquete.


El puntillazo de Doña Administración

Para algunos, los menos, hacía falta una regulación para el radiopaquete, pues "hasta ahí podíamos llegar": foro de controversias y opiniones, intercambios sin intermediario, libertad desmesurada, ...

La historia de un reglamento para radiopaquete no era nueva, pero requería unos pasos y una justificación.

Borradores y contraborradores, filtraciones en la barra de un bar, idas y venidas con el funcionario de turno, no deberían sorprender a los que piensan que aún estamos en un país de pandereta.

Y finalmente, alguien se atreve a poner el texto en las narices del ministro, que, con su bronceado post vacacional, lo firma sin saber la que nos viene encima.

Así, de esta manera, se da al traste con años de trabajo y nos ponemos a la cola, también en esto, de la "sociedad de la información".

Demasiado tarde para parches, lo único que queda es hacer la vista gorda para no reconocer el estrepitoso desastre: ninguna asociación cumple el 33% mínimo para solicitar las autorizaciones. Y no hablemos de la discriminación a los EB.

Una vez consumado el acto, la relación URE-DG3 ya no es necesaria y se arrincona a la novia. Descanse en paz el radiopaquete.


Una voz clama ... justicia

La Federación Digital EA, tras dos años de gestación, se constituyó legalmente coincidiendo con la inauguración de los Juegos Olípicos de Barcelona'92. Uno de sus objetivos fundacionales era, obviamente, el de representar al colectivo ante los organismos públicos.

Durante los primeros años siguió una línea de actuación de tipo informativo hacia la Administración, enviando informes de: lo que sucedía en otros países, cual era la situación en el nuestro, organización y funcionamiento de la red, etc.

Pero, con el "reglamentazo", sus miembros decidieron cambiar de rumbo, iniciando la campaña "Packet SI, Reglamento NO", dentro de la cual se optó por la única via legal que quedaba: presentar un Recurso Contencioso-Administrativo.

La justicia, sin negar todos los argumentos esgrimidos, dió por válido formalmente el "reglamentazo", sin corregir un ápice las atrocidades de fondo. Descanse en paz el radiopaquete.


Al cabo de los años ...

Una cifra puede resumir la situación: el imparable descenso del número de licencias en España año tras año después de 1996.

La apatía se ha apoderado de la radioafición, disolución de asociaciones, desvío hacía otras actividades, cierre de comercios especializados, etc.

Y la solución no está en perdonar el morse o los quinquenios, debe ser más profunda que todo esto.

Pero el método falla: no se escucha al radioaficionado.

Descanse en paz el radiopaquete, y con él la radioafición.



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