Parafraseando al malogrado presidente estadounidense John F. Kennedy en su discurso de investidura de 1961,
y simplemente sustituyendo la palabra "país" por "asociación",
planteamos hoy esta interesante reflexión:
"No preguntes lo que tu asociación puede hacer por ti, pregunta lo que tú puedes hacer por tu asociación".
Instalados en una sociedad consumista (precisamente ahora en crisis), que nos ha domesticado a actuar como simples
"usuarios-clientes-espectadores", es decir, que nos conformamos con recibir unos servicios a cambio de una cuota;
el auténtico concepto de "socio-colaborador-participante" ha caído en desuso.
A raíz del reciente nacimiento
de EURAO, una asociación de radioaficionados de otro país
nos preguntaba, a los fundadores, que "beneficios" les reportaría a ellos este nuevo organismo, cuando, precisamente,
de lo que se trataba era de participar en el proceso de creación, planteando necesidades, pero también aportando
soluciones y compartiendo conocimientos.
En el ámbito nacional, tampoco estamos muy lejos de esta línea de pensamiento, olvidando a veces que una asociación es
una entidad sin ánimo de lucro, que nos permite alcanzar objetivos que serían más difíciles individualmente, y en la
que el voluntariado es una pieza fundamental para su funcionamiento y desarrollo.
De todos depende, pues, lograr la suma de colaboraciones necesaria para progresar y llevar a buen puerto un proyecto.
De los socios, aportando ese granito de arena indispensable, pero también de los responsables, aceptando esa ayuda y
dirigiéndola hacia el objetivo fijado.
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