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europe 2024-12-21 Estás en: Portada Noticias Responsabilidad Social Corporativa

Responsabilidad Social Corporativa

Las asociaciones tienen (tenemos) un compromiso inequívoco con los socios, pero no sólo con ellos, también con la sociedad, en general, y, añadiríamos, con el conjunto del sector al que pertenecen, en nuestro caso el de la radioafición. Es por eso que muchas de ellas, al actuar, ya tienen en cuenta todos esos colectivos. Otras no.


En el entorno empresarial, muchas compañías hace tiempo que tienen claro el concepto y la incidencia que sus acciones, u omisiones, tienen en la imagen de la marca y, por consiguiente, en sus ventas, beneficios y aceptación.

Aspectos que, aparentemente, no tendrían nada que ver con el propio negocio, como la ética, el trato al medio ambiente o la solidaridad, acaban afectando directamente al mismo.

¿Es aplicable este mismo modelo, y sus pautas, a las asociaciones sin afán de lucro, y concretamente a las de radioaficionados?

Probablemente haya más paralelismos de los que pudiera parecer a primera vista, aunque los fines últimos sean radicalmente distintos, ... o no tanto.

Seguramente actores implicados (stakeholders) hay más, pero hoy nos centraremos en los más directos, aquellos que tienen mayor relación con las asociaciones, los ya mencionados: socios, sociedad y sector.

Los socios, aquellos que pagan una cuota, que pertenecen a la asociación, pero a los que la asociación también les pertenece, que pueden exigir explicaciones de la marcha de la entidad, votar a favor o en contra de sus propuestas, e incluso postularse para dirigirla, hacerla avanzar, liderarla pensando en los intereses comunes a todos esos socios de los que forman parte, tratándolos como a ellos mismos les gustaría ser tratados, con respeto, con eficacia, con transparencia, con honestidad, teniendo en cuenta que, en la mayoría de los casos, las personas al frente lo hacen de manera voluntaria, altruista, restando tiempo a otros asuntos, y tan sólo recibiendo la recompensa del trabajo bien hecho.

Por eso sorprende, y preocupa, los casos en que parecen estar todos a la greña, que da la sensación de que a algunos les sobran los demás, al menos para las opiniones, pero no para su aporte económico, donde unos pocos manejan el cotarro y otros estorban, no un frente común en el que están todos unidos.

Otro tipo de asociaciones son aquellas de las que ya nadie recuerda cuando fue la última asamblea en la que se rindieron cuentas y mucho menos donde para el libro de actas. ¿Para qué?, si lo mejor es no dejar constancia de nada. A más de uno le hemos oído decir: "si nos piden los libros oficiales, diremos que se nos ha borrado el disco duro, accidentalmente". Lo que sí tienen duro es otra cosa: ¡el rostro!

También están los casos de "cuota cero", donde la asociación vive de subvenciones. Ser socio es gratis, todo el mundo puede ser socio, tenemos muchos socios, casi todos lo son, los representamos a todos, pero en la practica nadie pinta nada, sólo la cúpula directiva, la que maneja el cotarro, la que se lleva el gato al agua. Los demás, meros invitados de piedra.

Sin hablar de casos de auténtica corrupción, de "enriquecimiento" personal, a espaldas de los demás o con la connivencia de los mismos, mirando hacia otra parte mientras les organicen el "recreo".

Responsabilidad de unos, por hacerlo, y de los otros, por permitirlo. Las repercusiones acaban alcanzando más allá de la propia asociación...

La sociedad, ese ente abstracto, pero que vive en nuestra misma escalera, al que alguna vez hemos cerrado la puerta del ascensor en los morros, pero luego queremos que nos ría las gracias cuando queremos poner una antena en la azotea, porque nosotros somos imprescindibles en caso de catástrofe, aunque no nos va bien que ocurra los sábados por la tarde, cuando interrumpiría nuestra partida de mus (o sesión de DX), sólo queremos salir en el periódico local por nuestra heroicidad o por puro desapego al enseñar a unos niños lo que es la radioafición, para salvarla a ella y también a los mocosos de la ignorancia, aunque confiamos en que no sigan nuestros pasos y así no ocupen en demasía las bandas, nuestras bandas.

Eso es la sociedad, pero también la que organiza cabalgatas en el mes de enero, con el frío que hace, marchas de regularidad, carreras, fiestas y actos culturales dignos de divulgar por el éter, que tiene patrimonio natural y artístico, museos, historias propias que contar, personajes ilustres que recordar, esa para la cual alguna vez fuimos pioneros en muchos aspectos, pero que ahora nos arrincona.

No obstante, ¿sabemos cuál debe ser el papel de la radioafición, los radioaficionados y sus asociaciones en la sociedad actual? ¿O estamos desubicados con tanta tecnología? Porque no podemos seguir viviendo de recuerdos, del papel que jugamos en el lejano terremoto de México de 1985...

El sector, es decir, el resto de compañeros radioaficionados, personas, pero también asociaciones, con quienes se comparte hobby, código de conducta, valores y además un cierto compromiso, aunque no sean socios de nuestra misma asociación, compromiso explícito, algunas veces incluso plasmado en los propios estatutos, y en cualquier caso moral, para colaborar en lo común y dejar la competición para los concursos, con espíritu deportivo, tratando al rival no como un enemigo, sino como un aliado, con generosidad y altura de miras, aceptando la diversidad y la libertad de asociación, que para gustos se hicieron colores y es bueno, muy bueno, que haya múltiples opciones donde elegir, con sus diferencias y semejanzas.

Pero más allá de gustos hay comportamientos, algunos ejemplares y otros perjudiciales para el conjunto del sector, ante los que, posicionarse claramente en desacuerdo, es un deber, so pena de convertirse en cómplice, ya que callar es asumir parte de la culpa.

Oirás excusas que, en el fondo, lo único que pretenden es conseguir encubrimiento, sermones amables ("no deberíamos pelear entre nosotros"), nobles ideales ("la unión hace la fuerza") y disfraces varios. También acusaciones infundadas, actitudes victimistas y un sinfín de argucias diabólicas para prolongar el chollo de aquellos que, precisamente, menos practican la filosofía que da título a este artículo.

Desconfiar de todos ellos, es responsabilidad de cada uno, así como premiar a los que compartan ideales.

Conclusión: Este artículo reflexiona sobre responsabilidad y compromiso de las asociaciones para con cada uno de los actores con que se relacionan, objetivos que deben ser compartidos y perseguidos para que su éxito sea sostenible. Para conseguirlo no hay otra fórmula que aplicar importantes dosis de actitud autocrítica y voluntad de análisis, de manera constante para que la mejora sea continua. ¿Lo compartes?


Algunos ejemplos de lo que hay que hacer y de lo que no:


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